sábado, 10 de abril de 2021

Lavandina olímpica

 


La cara tremendamente ensangrentada, lloraba lágrimas de dientes de león, pero a pesar de la capacidad de corte, las lágrimas no eran la causa del dolor.  La sensación era la de cruzarse en New York con un cartel luminoso, sucio  y  enceguecedor cuando hay que protegerse de una bala.  

¡Contra la nariz!  

¡Levanta las manos, mocoso!

¿Qué es la calle?

Ahora una montaña de llanto, de  dientes de león. 

Ahora mucha escoba y lavandina.  

Con el tiempo se intuye un gran salto, una superación olímpica. 

Una sola olimpiada vale la pena y es la olimpiada de extrañar. Solo al cortar la tira de llegada,  se empieza a correr de verdad. 

Terriblemente transpirado y agotado, corriendo y corriendo triste pero verdaderamente superado.



Pastillas para no olvidar y ají puta pario

 

Carnívoro. 

Bebé de huesos. 

Chorrean de sus codos babas siniestras.

Complejo cautiverio en la mesa.

Los comensales acomodan  los restos, de lo que una vez fue coraje, valentía y valor.

 No hay espejos, ni lámparas. El sonido de masticar ensordece, hasta violar las leyes de la biofísica. 

Quien pudiera sobrevivir ante semejante cacería.

Ahora  ambos están deglutidos por  las personas vestidas de verde militar.

Ahora…

En el futuro resucitarán dentro del estómago del mayor genocida y  desde el interior comenzará la venganza y en el futuro más lejano el perdón.

 


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Nadie se pierde nada, ni encuentra nada relajante al haber llegado hasta acá, pero han saltado jubilosamente al vacío, solo se vuelve… al otro vacío, volviendo a entrar al vacio anterior...va ve

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