jueves, 6 de mayo de 2010

bla, bla bla: configuración.

EL JARDÍN DEL LUXEMBURGO


—Es cosa de creer que oigo pasos en el pasillo, se dijo Bernardo.
Alzó la cabeza y aguzó el oído. Pero no: su padre y su hermano mayor tenían que hacer en el Palacio de Justicia; su madre estaba de visitas; su hermana en un concierto; en cuanto a su segundo hermano, el pequeño Caloub, tenía que enclaustrarse a diario en un pensionado, al salir del liceo. Bernardo Profitendieu se había quedado en casa para repasar su Bachillerato; no le quedaban ya más que tres semanas. La familia respetaba su soledad: no así el demonio. A pesar de haberse quitado la chaqueta, Bernardo se ahogaba. Por la ventana abierta a la calle sólo entraba calor. La frente le chorreaba. Una gota de sudor corrió por su nariz y fue a caer sobre una carta que tenía en la mano:

—Imita a una lágrima, pensó. Pero más vale sudar que llorar.
—¿Duermes? —preguntó Bernardo en voz baja. Y como Boris no respondiera, Bernardo se convenció de que dormía.

—Tengo que hablarte —le dijo ella.
Andre...

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La voluntad de haber llegado hasta acá

Nadie se pierde nada, ni encuentra nada relajante al haber llegado hasta acá, pero han saltado jubilosamente al vacío, solo se vuelve… al otro vacío, volviendo a entrar al vacio anterior...va ve

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